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Pianos de cola, made in Ecuador 

Un amigo director de orquesta me contó una vez que, durante un concierto familiar en una ciudad del Ecuador, preguntó qué familias de instrumentos conocían los niños presentes. Respondieron hecho un tiro, pero de manera muy diferente a lo que él esperaba: “Paccha, Gallegos, Godoy…”. Los niños no sabían necesariamente los nombres de todos los instrumentos de la orquesta, pero sí conocían las familias de las que procedían casi todos los músicos conocidos. Las tradiciones familiares siguen siendo inmensamente importantes en el Ecuador actual: tal como el padre, y en ocasiones también la madre, así también a menudo el hijo y la hija, nietos y bisnietos. Igual cosa sucede con la familia fabricante de pianos Verdugo

Daniel Verdugo Álavarez comenzó a fabricar instrumentos de teclado en los aňos 30 del siglo pasado, en la sureña ciudad de Cuenca: produjo armonios para el uso en los servicios religiosos, y pianolas, pianos autoejecutables. Su hijo Luis, nacido en 1931, creció, por así decir, en el taller del padre, fascinado con las teclas y las cuerdas, y aprendió el oficio del constructor de pianos. Pero Cuenca, en aquella época, era pequeña, el número de pianos limitado y las condiciones de trabajo precarias. Por ello, a los 19 años, Luis Verdugo se trasladó a Quito, la capital del país. Allí había muchos instrumentos de teclado en las casas de personas adineradas de la ciudad, a menudo en un estado lamentable.

El reconocimiento de Verdugo como afinador de pianos se produjo con un concierto de Arthur Rubinstein

El joven Luis afinaba, reparaba, restauraba, y poco a poco se ganó cierta reputación entre los músicos de Quito. Pero su verdadero reconocimiento se produjo cuando, en septiembre de 1953, fue llamado en último minuto para ayudar a afinar el piano de cola del Teatro Sucre, entonces la principal sala de conciertos de la ciudad, con motivo de un concierto de Arthur Rubinstein. Las funciones de pianistas de fama mundial eran, entonces como ahora, raras en Quito, y Rubinstein había amenazado con irse, porque el instrumento no cumplía con sus expectativas en los ensayos. Verdugo vino y se dedicó al piano, el solista quedó satisfecho y el concierto fue un gran éxito. De pronto, el nombre Luis Verdugo era reonocido en círculos más amplios de la ciudad.

Pero no sería hasta principios de los años noventa cuando se aventuró a construir su propio instrumento, junto a su hijo también llamado Daniel. El primer piano de cola de la empresa familiar Verdugo se completó en 1994. Desde entonces, 26 instrumentos han nacido en Sangolquí, cerca de Quito, donde la familia vive junto al taller desde hace un cuarto de siglo. La Orquesta Sinfónica de la pequeña ciudad de Loja posee un piano Verdugo, al igual que el Conservatorio Nacional de Quito o la Universidad Técnica de Ambato. Cuando se celebró el Mundial de Fútbol en Alemania, en el 2006, no sólo la Tri, la selección nacional del Ecuador, viajó a Europa para el torneo, sino también un piano de cola Verdugo. El pianista ecuatoriano Boris Cepeda, quien hoy vive en Weimar (Alemania), dió conciertos con el instrumento en las cinco ciudades donde actuó el equipo ecuatoriano.

Concierto de cumpleaños con los instrumentos del propio taller

Una noche de noviembre de este año, Luis Verdugo, que acaba de cumplir 91 años, ocupa un asiento de la primera fila durante el concierto ofrecido en su honor en la “Villa Celia”, la casa de la pianista Celia Zaldumbide, fallecida en el aňo 2014. Como es usual, lleva su característica boina de color azul oscuro. Al igual que el difunto ex canciller alemán Helmut Schmidt, también un entusiasta pianista, y quien seguro le sonríe desde el más allá. Todas las generaciones de la familia Verdugo están presentes: sus dos nietas Daniela y Carolina llevan ya varios años trabajando en el taller, el bisnieto, de pocos meses, gorjea del brazo de su madre. Dos pianos de cola están listos en el escenario para la actuación, uno de ellos terminado en el taller Verdugo en el aňo 2020.

En las dos horas subsiguientes, los pianistas de todo el Ecuador se pasan la posta con los instrumentos, digo, con las teclas, cruzando por todo el país y por todo el repertorio para piano. Los jóvenes premiados en el Segundo Concurso Nacional de Música de Cámara del Ecuador inician con Clara Schumann; siguen Beethoven y Debussy. Una de las pianistas es Emilia, la talentosa nieta de 16 años de Luis Verdugo. El riobambeño Paco Godoy, descendiente también de una dinastía de músicos ecuatorianos, interpreta junto a la cantante Andrea Condor tres boleros folclóricos, “¡que sabemos, maestro, que le gustan mucho!“ El compositor nacido en Loja, Juan Castro, adopta un enfoque más contemplativo con su propio pasillo y un “Padre Nuestro”, compuesto durante la pandemia. Suenan completamente diferente los dos tenores acompañados de Paulina Alemán: Marco Catena y José Cárdenas cantan con entusiasmo “O sole mio” para el anciano jubilado. Y el italiano Catena, llenas de emoción sus palabras de agradecimiento al “Maestro Luis”, cae involuntariamente en su lengua materna. En ambos pianos tocan juntos Alex Alarcón y Andrés Torres piezas de Piazolla y Milhaud.

Luis Verdugo rodeado de músicos y familiares en noviembre de 2022 ©Fundación Zaldumbide Rosales / Villa Celia
La familia, la profesión, la fe: un vínculo indisoluble

Entonces llega por fin la torta. Y con él todos, la familia y la larga fila de músicos que ahora quieren felicitar en serio. Pero antes, el pianista más joven de la noche, Angelito, de 5 años, también agradece al cumpleañero. Le desea solemnemente la bendición de “Papito Dios”, se dirige al piano de cola y entona la tradicional canción de cumpleaños, con acordes sonoros. Y mientras todos los pianistas se reúnen poco a poco en torno a los dos teclados y adornan así el canto del acompañamiento musical, las velas arden, la gente se abraza y se besa, el grupo en torno a los instrumentos se hace cada vez más grande. Hasta que una cosa se funde en la otra y los músicos, junto con el hijo, las nietas y bisnietos de Verdugo, forman una sola gran familia.

Nota de la traductora: El texto original fue escrito en idioma alemán, para un público alemán. Traducción del castellano: Mónica Thiel

1 de diciembre, 2022

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