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“Siempre de protesta” – la musicóloga Inés Muriel

“Desde las salas de concierto de Latinoamérica”, reporta la voz femenina con un ligero acento, pero en selecto alemán. Inés Muriel presenta en Radio DDR II, de la RDA, un resumen de lo que pasa en el mundo de la música clásica en las grandes urbes de Latinoamérica, informa sobre una presentación del Cuarteto Ulbrich de Dresda en La Habana, elogia la “política musical consecuente y efectiva de Cuba”. Estamos en el año 1977. La ecuatoriana Inés Muriel Bravo vive desde inicios de los sesentas en la RDA. Los programas radiales concebidos y producidos por ella en aquella época dibujan la imagen de una mujer erudita, militante y sumamente disciplinada; son testimonio de una vida agitada y a su vez retraída entre Ecuador, Colombia y Alemania.

Nacida en la ciudad ecuatoriana de Riobamba en 1926, fue hija de inmigrantes colombianos. Posteriormente, se mudó junto con sus padres a Quito, la capital, en cuyo Conservatorio recibió clases de piano y canto. Junto con su hermano Guillermo Muriel, un año menor que ella, quien más tarde llegaría a ser un conocido pintor, militó en círculos izquierdistas siendo miembro activo del Partido Comunista del Ecuador.

Por medio del Partido Comunista, a estudiar musicología en la RDA 

Continuó con su militancia luego de mudarse con sus dos pequeñas hijas a Colombia en 1957. Pero en ese tiempo de la Revolución Cubana, marcado por la violencia y la represión, la afiliación al partido representaba para ella un riesgo permanente. El Partido Comunista Colombiano le facilitó, finalmente, una beca política, y fue así que emigró a la RDA en 1963. Inés Muriel quería ocuparse allá de aquello que siempre le había interesado: la música y la musicología. Y quería ver cómo era posible que “sobre el suelo de un antiguo estado fascista pudiera formarse un sistema socialista”, relata su hija Lucía Muriel.

Antes de los estudios, la RDA la puso a sudar: la incipiente musicóloga habría de ganarse su plaza universitaria con trabajo práctico en una fábrica de lámparas. Solo entonces ─tenía treinta y tantos años─ pudo matricularse en la Universidad de Leipzig. La ciudad donde presentó su tesis de graduación sobre la “Cultura musical de los jívaros del Ecuador” se convirtió en su tierra por 18 años: “Creo que no podía ser mejor”, dijo en una entrevista con Rodrigo Villacis Molina en 1980. Trabajó para la radio de la RDA, asistió a artistas como Mercedes Sosa y Oswaldo Guayasamín durante sus estadías; evidentemente, tenía buenas conexiones. Pero ello no le impedía lidiar con aquello que no funcionaba bien en la RDA, ─“siempre de protesta”, dicen que estuvo ─.

“No le voy hacer competencia a nadie”: intento de regreso al Ecuador

Obviamente, existía absoluto interés de parte de la cátedra de Leipzig en llegar a saber más acerca del mundo musical de Latinoamérica por medio de la becaria. “Pero”, como le escribió, resignadamente, al compositor Luis Humberto Salgado en 1967, “nuestros queridos compatriotas ni siquiera por cortesía contestan < a las consultas pertinentes provenientes de Alemania>”. Sin embargo, quería regresar a Ecuador. Tenía la esperanza de un empleo en el Conservatorio, quizás también de la ayuda del compositor Gerardo Guevara, quien, luego de sus estudios en Francia, se convirtió en director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional y, más tarde, en director del Conservatorio. Pero fue en vano: que estaba sobrecalificada, se dijo lacónicamente, lo cual Inés Muriel lo interpretó para sí de esta manera: “…les tiene miedo a quienes han superado los niveles de la aldeana mediocridad <…>  Sin embargo, no le voy a hacer competencia a nadie! No soy compositora, no soy directora de orquesta <…> Los machos siempre le cortan el camino a la mujer.”

El trompetista y compositor Édgar Palacios le consiguió, finalmente, una función en el Conservatorio de la melómana localidad de Loja. Ahí investigó sobre la música del pueblo saraguro, incluso llevó a algunos saraguros jóvenes de alumnos a Loja, entre ellos al ulterior dirigente indígena Luis Macas. Luego de seis meses, cuando al Conservatorio se le agotaron los recursos, Muriel encontró un empleo en un proyecto de la UNESCO acerca de las fiestas tradicionales del Ecuador. Pero ahí también se chocaron la ambición científica de la investigadora y la realidad ecuatoriana: el informe final que redactó Muriel rebosaba de quejas de la mala planificación, la falta de equipamiento técnico y el inexistente apoyo de parte del personal.

Por segunda vez: emigración a Colombia

Por ello, cuando la Universidad Libre de Bogotá le hizo una oferta de trabajo como docente en la facultad de musicología de esa institución, Inés Muriel no dudó en aceptarla. Emigró por segunda vez a Colombia… y ahí se quedó. Dio clases, gozando del afecto y respeto de sus alumnos, hasta más allá de sus ochenta años; produjo, aún a los 77 años, notas radiales sobre la música del siglo XX. La música ecuatoriana no aparece en sus más de 200 programas de ese tiempo, ahora disponibles en línea, a excepción de Gerardo Guevara, a quien le dedicó un único programa.

En Ecuador, hay solo unas pocas personas que se acuerdan de la doctora Muriel. En los archivos alemanes, dormitan los informes del servicio de inteligencia de la RDA. En Colombia, la COVID y sus consecuencias impiden el acceso a bibliotecas y registros académicos que podrían revelar informaciones más precisas sobre su actividad. La persona Inés Muriel, de quien unos hablan con admiración, otros, con incomprensión, pero unos pocos, con conocimiento, se sustrae ampliamente al acercamiento periodístico. En las fuentes constan cuatro diferentes años de nacimiento, pero ninguna foto suya. Inés Muriel es hoy en día sobre todo: una voz. La musicóloga falleció el 9 de enero de 2022 en Bogotá. (Traducción del Alemán: Enrique Novas)

26 de abril de 2022

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